Marc miró a ambos lados del corredor. Vio acercarse a la enfermera pelirroja y pasó de largo, como si no la conociera. Su muleta rebaló varias veces en el suelo pulido del edificio, pero consiguió llegar a la salida ileso. Un viento frío le abofeteó en la cara. Se apresuró a salir del hospital y buscar una parada de autobús. No la encontró, así que sacó el teléfono de la mochila, marcó un número y esperó.
- ¿Álex? ¿Puedes venir a buscarme? Está ya muy oscuro y no encuentro un taxi ni un bus. Ok, gracias.
Colgó y se metió el móvil en el bolsillo. Se abrigó más y esperó. Unos minutos más tarde, el cielo tenía un color violeta oscuro y estaba lleno de puntos brillantes, mientras un coche plateado de acercaba a él por la puerta del hospital. Marc subió y dejó las muletas en el asiento de atrás. Se volvió para mirar el rostro moreno de su hermano.
- Gracias por venir. Hace un frío que pela - descubrió un leve deje de burla en los ojos de Álex -. ¿Qué?
- Nada - respondió, sonriendo -. Adivina quién se ha sentado hace un momento donde tú estás ahora.
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Nube comía, encima de la mesa, junto a Diana. Masticaba y ronroneaba apaciblemente, mientras movía su larga cola con suavidad. Diana, con la mirada perdida en la pantalla del ordenador y pinchando un trozo de carne con el tenedor, tenía la mente en blanco. Sólo dejaba paso a los sentimientos de culpa, al recordar la melena castaña de Judith cruzando la carretera, su cuerpo destrozado debajo de los neumáticos del Renault rojo...
Las lágrimas asaltaron sus ojos con fuerza. Pero no dejó que rodaran por su cara. Ya había llorado suficiente. De repente, se le había ido el apetito. Oyó un pitido y fijó su atención en la pantalla del portátil. Alguien le había enviado un mensaje online. Se le paró el corazón.
MegaRuth75: No voy a volver a casa en mi vida
Diana1000: Ruth? Donde estas?
MegaRuth75: Para que lo quieres saber si vas a venir a buscarme para llevarme a casa?
Diana1000: Ruth dime donde estas ahora mismo, esta anocheciendo y hace mucho frio. Dimelo!
MegaRuth75: Te dare una pista. Judith
Diana1000: Ahora no tengo tiempo ni ganas de juegos, dime donde estas!
MegaRuth75 ha salido de la sala.
Con un rugido de furia, Diana cerró de golpe el ordenador. Nube se asustó y le clavó su mirada bicolor.
- Perdona, Nube - se disculpó Diana. Con precipitación, cogió su abrigo, su mochila y las llaves, apagó la luz de la cocina, se metió el móvil en el bolsillo, acarició el lomo de Nube y salió a la calle.
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- Pobrecilla - comentó Marc, mientras saba sorbos a su té caliente -. Qué mal debe de llevarse con su hermana.
- Conozco a Elena - repuso Álex, mirando cómo la nieve caía suavemente sobre el jardín, coronando de blanco los pequeños gorros de los gnomos de piedra -. Iba a dos cursos más que yo cuando iba al instituto. Es una chica salvaje, pero sabe lo que hace - se dio la vuelta -. ¿Quieres otra almohada, otra manta? - Marc negó con la cabeza y bebió otro sorbo. Miró a su alrededor. Por fin en casa. La bienvenida que le dieron sus padres había sido muy calurosa, pero le había costado un dolor sordo en la herida, por estar tanto tiempo de pie, dejándose abrazar por sus familiares. El sofá en el que estaba sentado era de lo más cómodo, situado en el salón de la casa, y frente a él había un ventanal tan grande y limpio que parecía que no había pared en esa parte de la sala. Dejaba ver un pequeño y acogedor jardín repleto de arbustos y pequeños gnomos de piedra, con un enorme manzano en el centro de aquella pequeña selva. Marc dejó el té en la mesa que había junto a él y se recostó en su sofá. Acto seguido, apareció una mujer rolliza de pelo rubio color miel, y unos ojos grandes y azules. Llevaba un delantal de cocina cubierto de un polvillo blanco.
- He hecho tortitas - dijo. Miró a Marc -. Tú quieres, ¿verdad, cariño? - Marc volvió a negar con la cabeza.
- No, gracias, mamá, no tengo mucha hambre, pero el té me ha sentado de maravilla
- ¿Seguro que no quieres?
- Que sííí.
- ¿Pero seguro que...?
- María, por Dios, deja al pobre chico que descanse - tronó una voz masculina. Apareció detrás de la rolliza mujer un hombre fuerte y musculoso de ojos castaños y pelo grisáceo.
- Hola, papá - sonrió Marc.
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